Humanidades y Educación

Llevamos varios meses asistiendo a un debate sobre la importancia o no de la filosofía en el currículum de la educación secundaria en nuestro país con motivo de la entrada en vigor de la nueva ley educativa. He de reconocer cierta perplejidad al ver que se ha hecho de la filosofía una cuestión de vida o muerte, un arma arrojadiza política y se le ha convertido en la garante del desarrollo del pensamiento crítico de nuestros alumnos. La filosofía no desaparece con esta ley de la etapa obligatoria, la anterior ley ya permitía que un alumno saliera del sistema escolar sin haber tenido ningún contacto con la misma. De hecho, la filosofía mejora su presencia en la etapa de bachillerato al volver a ser obligatoria en el segundo curso. Creo que la pregunta relevante no es su presencia o no en la escuela, sino cuáles son los criterios que hacen una asignatura relevante o no, cuál es el motivo del declive de las humanidades en general y si el pensamiento crítico y las preguntas filosóficas pueden (o deben) estar presentes en educación independientemente de que haya una asignatura llamada filosofía.
Hace unos días, la Universidad de Comillas distinguía a Nuccio Ordine con el doctorado Honoris Causa. El galardonado tiene una obrita titulada “la utilidad de lo inútil” en el que aborda la cuestión de las humanidades y cómo su presunta inutilidad las están desterrando del panorama académico. No es una ley educativa la responsable de ello, sino el criterio de elección de los alumnos y el criterio que otorga el calificativo de útil o inútil a la formación en determinados saberes. Podríamos hablar de la mercantilización de la educación, a muchos niveles de diferente orden, pero es un tema que dejaremos para otro día. Las humanidades no son productivas en el sentido que otorga una concepción mercantilista. Sin embargo, la educación consiste en plantear preguntas y no podemos concebir un proyecto educativo que no lo haga. El pensamiento crítico no depende de que ofertemos un par de asignaturas de filosofía o no, aunque su presencia pueda ayudar. El pensamiento crítico y las grandes cuestiones del ser humano no pueden quedar fuera de la educación y no pueden verse constreñidas a una disciplina concreta. Tampoco pueden quedar encerradas en el ámbito académico. El valor de las humanidades reside en ser fuente de preguntas, reside en que nos permiten indagar en respuestas y en consecuencias que han tenido esas respuestas, permiten comprender los hilos del poder, contextualizar los hechos, comprender que no somos una realidad cerrada y que el presente está en continua construcción. Permiten descubrir que la ciencia no es neutra, que la historia la escriben los vencedores, que el artista llega a lugares donde no lo hace la física, etc. Creo que las humanidades tienen que tener una presencia importante en la educación escolar, pero también creo no pueden quedar recluidas en determinadas disciplinas ni entre los muros de la escuela. Las humanidades no necesitan ser salvadas como si fueran algo externo a nosotros mismos, las humanidades son una actitud y una manera de vivir que necesitamos cultivar.

Por Javier Martínez Baigorri

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