¿Vidas que importan? Inmigración y acogida


El concepto “vidas que importan” o “vidas que merecen ser lloradas” ha sido desarrollado por Judith Butler en su trabajo de los últimos veinte años. La guerra de Ucrania y el éxodo por ella provocada me ha cogido en un periodo de intensa lectura de los escritos de la filósofa norteamericana debido a la redacción de un TFM que estoy cursando.

Resumiendo y simplificando, Butler nos muestra cómo todos tenemos unos marcos culturales que nos hacen inteligibles a los demás y hacen a los demás inteligibles para nosotros. Cuando alguien queda fuera de la norma, queda fuera de la capacidad de reconocimiento para los demás y se convierte en una vida que no importa ya que casi no puede ser reconocido como una vida humana.

Esto se traduce en una diferente valoración de hechos dramáticos que ocurren a las personas: así, no nos produce el mismo efecto una desgracia acontecida a un autobús escolar en nuestro país que los miles de personas que pierden la vida en el mediterráneo, o el bombardeo de una escuela en Afganistán.

También en estos meses, se está desarrollando en España una campaña, impulsada por Esenciales, que intenta promover una ILP que obligue a nuestros representantes políticos a discutir en el Congreso de los Diputados una regularización extraordinaria de inmigrantes. Una campaña en la que me he implicado personalmente .


Por eso mismo, no puedo evitar poner en juego las tres cuestiones: Butler, La ILP y la guerra en Ucrania. La guerra ha provocado un éxodo de millones de personas, algunas de las cuales ya viven entre nosotros. Los países de la U.E. hemos abierto las puertas a los refugiados de guerra ucranianos y estamos dispuesto a volcarnos con ellos. Que nadie me entienda mal, es momento para que los países de la Unión Europea seamos generosos y demos a los habitantes de Ucrania el mayor apoyo y mejor acogida que sea posible. 

Pero no podemos dejar de lado la pregunta por aquellos que llevan años entre nosotros, huyendo del hambre, la pobreza, la guerra, etc. Aquellos que algunos casos han salido de guerras tan crueles como la que se está viviendo en Ucrania (no creo que haya alguna guerra que no sea cruel) y no han merecido la misma respuesta de acogida.

¿Qué hace que unas vidas sean más dignas de duelo que otras? Compartir continente de origen, sentir más cerca el “esto nos podría haber pasado a nosotros”, compartir una "civilización"… No sé, un cúmulo de cosas que hacen que unos entren en nuestra “norma” y otros queden en el margen de la misma.

Cuando menos, creo que es algo que tenemos que preguntarnos y contestarnos con honradez.

 

Por Javier Martínez Baigorri

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