Ha fallecido Larry Laudan (1941-2022), filósofo contra el relativismo intelectual (II)
Por Leandro Sequeiros
(Es continuación)
La ciencia y el relativismo (1990)
En el año 1990 Larry Laudan publica Science and relativism (Publicado como La ciencia y el relativismo por Alianza Editorial en 1993) En el comentario de la editorial leemos: suele decirse que el éxito de Admunsen en la conquista del polo se debió a su experiencia en el ártico y, en concreto, en la utilización de las técnicas de los pueblos que allí vivían. Es decir, que en lugar de considerarse más civilizado que los nativos decidió aprender de los que sabían.
Me gustaría pensar que el relativismo esgrimido por el pensamiento postmodernista tiene la misma fuente, humildad para admitir que no se está en posesión de la verdad, y respeto para todas las culturas del mundo.
Pero nos equivocamos si metemos a la ciencia en el mismo saco que el resto de creencias del mundo occidental. Si existe un mundo externo a nosotros, con reglas que podemos conocer, la ciencia es el mejor mecanismo para averiguar cuales son. Da igual tu religión, raza, creencias políticas o género. Si acusas a la teoría de la evolución de ciencia degenerada e intentas cultivar tus cosechas de espaldas a la ciencia, te pasará como a Lysenko, y el desastre no tardará en aparecer.
Dado el éxito de la ciencia no sólo en su aspecto tecnológico, sino principalmente en el conocimiento que tenemos del mundo, es difícil imaginar que se pueda defender intelectualmente el relativismo, y el autor de este libro confiesa haberse encontrado en dificultades para defender esa postura.
El libro está organizado como un diálogo a cuatro voces. De un lado un relativista que encarna la siguiente postura:
El relativismo tiene muchos matices, algunos de ellos los desbrozaré más adelante. Pero en una primera aproximación puede ser definido como la tesis de que el mundo natural y la evidencia que tenemos sobre ese mundo no pone límites o sólo muy pocas restricciones a nuestras creencias. Dicho con una simple expresión, la consigna relativista es «Cómo aceptamos que son las cosas, es bastante independiente de la manera en que las cosas son». Esta visión es la que hoy adoptan muchos escritores a partir de su estudio de la filosofía de la ciencia.
Del otro lado un positivista y un realista, que representan posturas algo encorsetadas de entender la ciencia, y por último un pragmatista, postura con la que se identifica el autor. Pero a pesar de su afirmación lo cierto es que el relativista que aparece en estas páginas no es ningún pelele. Sus objeciones son fundadas y fundamentadas, porque sí que tiene críticas interesantes que hacer al modo en cómo se construye la ciencia. Se desglosan en los títulos de los capítulos:
- Progreso y acumulación
- Carga teórica e infradeterminación
- Holismo
- Los criterios del éxito
- Inconmensurabilidad
- Los intereses y los determinantes sociales de las creencias
Bajo estos epígrafes se comienzan los debates en los que cada uno de los interlocutores intenta llevar el agua a su molino. No los analizaré con detalle porque si no ésta entrada se haría larguísima, pero en todos hay mucha tela que cortar.
Visto lo visto queda patente que hay debilidades ontológicas tanto en la ciencia como en cómo se construye, y que no todas están completamente explicadas. Esto ni es nuevo ni es grave. Desde Hume sabemos que el método fundacional del método científico, la inducción, no es consistente. Por mucho que siempre que soltemos una manzana esta se dirija al suelo con la misma aceleración, eso no nos garantiza que vaya a ocurrir siempre. Pero ni el relativista más acérrimo utilizaría este argumento para saltar del último piso de un edificio para echarse a volar.Cuando Zenon presentó sus paradojas para demostrar que el movimiento es imposible, Diógenes se levantó y se puso a andar. Algo parecido pasa con las críticas a la ciencia, y el autor piensa algo parecido cuando afirma lo siguiente:
Pragmatista: Sin embargo, yo empiezo
por el otro lado, no mirando a las reglas mismas sino a las elecciones teóricas
que ellas han sancionado. Observo que la ciencia es una herramienta muy
efectiva y con gran éxito en la generación de expectativas sobre el mundo
natural. Observo, lo mismo que tú, que la ciencia también parece ser una
actividad controlada por reglas. Y me digo: «Debe haber algo responsable del
llamativo éxito de las teorías científicas; si efectivamente esas teorías son
seleccionadas mediante determinadas reglas, entonces debe haber algo correcto
en las reglas en cuestión, ya que un conjunto de reglas aleatoriamente
seleccionado para juzgar las creencias no exhibiría ese llamativo éxito que
muestran las teorías de las ciencias naturales». E incluso voy más allá. A
menos que las reglas del método científico reflejen algo sobre «los hechos
substantivos», la investigación científica no podría ser una actividad con
tanto éxito como el que tiene.
Que podríamos resumir así: Si la ciencia tiene éxito algo estará haciendo bien. Pese a que filósofos como Feyerabend afirmen que todo vale, lo cierto es que no existe ninguna alternativa mejor que la ciencia a la hora de encontrar conocimiento válido acerca del mundo.En el libro también se destaca el detalle de que la izquierda está asociándose con el relativismo, posiblemente por las razones que comentaba al principio (defensa de la igualdad, reconocimiento de las minorías), pero esto acaba siendo un error:
Positivista: No ignoro eso en lo más
mínimo. Pero la izquierda particularmente debería ser cuidadosa con esa manera
de proceder. La izquierda se ha encontrado normalmente en minoría en la cultura
occidental. Se ha consolado con la esperanza de que conseguiría un número mayor
de partidarios de sus posiciones informando a las personas sobre cómo
permanecen y se mantienen realmente las cosas —si son problemas que dependen de
la estructura de clases, del racismo, del sexismo o de otras cosas similares.
Relativista: Pero la izquierda
todavía sigue empeñada en tales campañas.
Positivista: Efectivamente. Pero en la medida, y es considerable, en que la
nueva izquierda subscribe formas fuertes de relativismo, ha perdido todas las
razones teóricas para aquella actividad. Lo que digo es que si el feminismo
radical, los contraculturales y otros tuvieran que revalidar en la arena
pública sus convicciones teóricas, perderían inmediata y merecidamente a toda
la gente que les apoya. Me refiero a convicciones como la de que los textos y
las palabras no tienen significado determinado, la de que no está nunca mejor
apoyada que sus contrarias ninguna hipótesis sobre la política económica, sobre
las relaciones raciales o sobre temas relacionados con el género, o, la de que
afirmaciones públicas que claramente hacen referencia a auténticas cuestiones
no reflejan para nada la verdad de los hechos. La triste realidad es que el
relativismo no puede apoyar a un programa político más de lo que puede hacer
por sostener responsablemente a un proyecto científico.
Unos años más tarde, en 1996, Laudan
retoma el tema del relativismo confronta con el positivismo. En su opinión, la
postura positivista (como fue la del Círculo de Viena) no tiene como
alternativa la postura relativista (“todo vale” porque no existen verdades con valor
absoluto)
Para Laudan es viable el progreso
científico cuando disminuyen los datos empíricos y aumenta el nivel de resolución de problemas, este tema
es abordado en su libro titulado Más allá del
positivismo y del relativismo (publicado en 1996) en este escribió
que el objetivo de la ciencia es asegurar teorías con un alto grado de
efectividad. Finalmente, la mejor teoría es aquella que resuelve más problemas
conceptuales a la vez que minimiza las anomalías empíricas. En el año 2000
decidió aceptar una plaza docente en la Universidad Nacional Autónoma de
México.
Laudan también ha escrito acerca del terrorismo. Aunque, debemos indicar que no ha desarrollado tanta fama. Laudan se desempeña como investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y trabaja fundamentalmente en epistemología legal.
Conclusión
El fallecimiento de Larry Laudan y el centenario del
nacimiento de Kuhn, Lakatos y Toulmin puede ser una ocasión para valorar la reflexión epistemológica en la “búsqueda
incansable de la verdad”, que escribió Karl Popper hace medio siglo.
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