Los barrotes de la celda

 Por Javier Martínez Baigorri


Esta entrada pone fin a varias semanas de sequía en las que no he escrito nada para el blog, eso me ha hecho pensar que algún día escribiré sobre el ritmo de vida y la dificultad que supone para poder leer, reflexionar y escribir. A pesar de la importancia de ese tema, hoy me quiero centrar en otra cuestión

Hace tiempo que quería escribir alguna interrogante que me surge sobre el papel que juega occidente en la tragedia de la invasión rusa de Ucrania, pero no me atrevía a escribir nada por temor a que se saquen lo escrito de contexto o se malinterprete. Sin  embargo, leyendo a Enrique Dussel, me he encontrado con una frase que me ha animado a ello.

Escribe Dussel que "miramos al mundo desde los barrotes de nuestra celda y creemos que son los barrotes de la celda donde están encarcelados los otros"*, y sigue un poco más adelante hablando de cada uno de nosotros diciendo que "acepta ingenuamente que su cultura, su poder político, el dominio de sus ejércitos es justo, que se expande por la tierra la democracia y la libertad"**




¿Puede que desde el comienzo de la crisis de Ucrania, que viene de tiempo atrás, nos hayamos situado en el lado externo de los barrotes? ¿Puede que nos hayamos sentido poseedores de una cultura y democracia que constituye la meta a la que debería tender todo sistema político humano?

Quiero dejar claro que no justifico de ninguna manera el ataque e invación rusa de Ucrania. Quiero dejar claro que nada justifica la reacción militar rusa y los crímenes que está cometiendo. A pesar de esto, no puedo dejar de pensar que quizá hemos jugado un papel que no ha ayudado a que no esto no pasara. No podemos obviar que en nombre de la democracia y la libertad se ha invadido, bombardeado y provocado situaciones similares a la actual en otros países. En nombre de la libertad y la democracia hemos animado a Ucrania a enfrentarse a Rusia haciéndole creer que estaba en el lado correcto y que tendría la ayuda de los buenos y  que no estaría sola en el conflicto; a pesar que hasta el momento sólo mueren ucranianos en los enfrentamientos con Rusia.

Una vez más, la superioridad moral con la que nos situamos ante "el otro", nos hace ver un mundo de blancos y negros en los que no tiene cabida ningún matiz de grises. Es momento de condenar la invasión y ayudar a la víctima, sí, pero parece que nunca es momento de preguntarse si podríamos haber actuado de manera diferente, si podríamos haber servido de ayuda para que el desenlace fuera otro. Si realmente hemos actuado por el bien de Ucrania o había otros intereses en juego relacionados con la geopolítica, la industria armamentística, la industria de hidrocarburos, etc. Detrás de un  mundo de blanco o negro, ocultando el rico matiz de grises, se esconden una serie de intereses más o menos visibles que no tienen escrúpulos y no les importa quien vive o muere, quien sufre o goza. Como también dice Dussel: "nuestra vida, por natural y obvia, es vivida en una ingenuedad acrítica"***


*, **, ***, Las tres citas están sacadas de: Enrique Dussel, "de la fenomenología a la liberación" en Filosofía de la Liberación, una antología, páginas 285 y 286


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