Humanidades y Educación (II)

 Por Javier Martínez Baigorri

En la entrada inaugural de este blog, escribí a propósito de las humanidades y educación después de haber leído "La utilidad de lo inútil" de Nuccio Ordine, recientemente galardonado con un doctorado Honoris Causa por la Universidad de Comillas. Escribo la entrada de hoy para hacer referencia a otra publicación del mismo autor: Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal.

La publicación en sí está bien. Presenta una selección de textos, breves, escogidos entre obras clásicas y una reflexión actualizada a partir de cada uno de ellos. Es un libro ágil y puede dar juego para leerlo con el alumnado en clase y pensar a partir de lo  que propone Nuccio. Pero la verdadera riqueza del libro está en la introducción. Una vez más, a lo largo de 40 páginas (casi la cuarta parte del libro) hace un alegato en pro de las humanidades, el papel que pueden jugar los clásicos en educación y alerta sobre el acoso del mercado al mundo educativo. Os recomiendo leerla, merece la pena y da qué pensar a cualquiera que vibre con el mundo educativo y su tarea.

Diferencia entre aprobar un examen y aprender. Puede parecer una obviedad pero no podemos ignorar la importancia que, como medio de evaluación, hemos dado a la preparación del examen y la reproducción de contenidos. Reflexiona también sobre la lectura de libros sobre libros sin dar oportunidad, muchas veces, al contacto directo con la obra original. Está claro que habla sobre educación superior y todo lo que dice no es extrapolable a la escuela pero no puedo evitar pensar el juego que daría leer en mi clase de segundo de bachillerato la Apología de Sócrates y el Fedón, ambas obras asequibles para el alumnado, en vez de andar preocupado por que aprendan para poder solventar lo mejor posible el contenido del examen de selectividad. ¿No aprenderían más leyendo más textos y aprendiendo a partir de los textos lo que proponían los autores, aunque trabajáramos tres autores en todo el año? Este es un pensamiento a bote pronto y podría tener tantas réplicas como docentes lean estas líneas. Sí, lo asumo, pero ¿no hay algo de razón en el y en lo que dice Nuccio? ¿No sería más interesante acercarnos con profundidad y desarrollando un bagaje que permita profundizar y ampliar más en el futuro?






Sigue Nuccio ensalzando la vida del buen profesor, aquel que no sólo transmite conocimiento sino que es capaz de cambiar la vida del alumnado gracias a su pasión por la educación. Pone como ejemplo el caso de Camus y su maestro, entrañable.

Y termina haciendo una reflexión que nos debe hacer pensar: la introducción de los criterios empresariales y del mercado en educación: un enfoque utilitarista, una profesionalización de las enseñanzas -como si aprender por responder a la natural curiosidad del ser humano no fuera suficiente motivo-, la burocratización. la "fabricación" de clones (engorde de pollos, dice él) para satisfacer las demandas del mercado sin desarrollar una conciencia crítica. Quizá para algunos sea una exageración, pero quizá tenga razón y estemos provocando nuestro propio anestesiamiento. Quizá sea la hora de pensar en "formar herejes" en vez de "engordar pollos".

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