¿Electricidad y ánimo de lucro?

 


 

Por Javier Martínez Baigorri


Permitidme que vuelva una semana más a preguntar sobre la energía, en este caso sobre la electricidad. Desde el verano pasado estamos en inmersos en una crisis provocada por el alto precio de la energía eléctrica. Se ha explicado, sobre todo, centrándose en la subida del gas natural dado que, aunque otras fuentes de energía permitan producir energía más barata, el precio se fija según el coste del gas natural. Se alude también a la guerra en Ucrania y el efecto negativo que está teniendo sobre el gas.

Seguramente tiene su explicación el que sea el gas el que marque el precio. Si no me equivoco es una manera de asegurar que se mantiene el suministro eléctrico porque, aunque cueste más producir electricidad con gas que con otras fuentes, al ser él quien marca el precio, sigue siendo atractivo invertir en esta forma de obtener energía eléctrica.

Dicho esto, yo echo de menos otras preguntas. ¿Consideramos la electricidad como un suministro fundamental y vital? En medio de esta ola inflacionista, no son pocos los hogares que no pueden hacer frente a las facturas eléctricas. Necesitamos la electricidad para cocinar, para trabajar, para formarnos y poder acceder a un empleo, etc.




Entonces ¿puede estar su producción y comercialización en manos de empresas con ánimo de lucro? Porque no se pone en duda que las eléctricas incrementen en este contexto sus beneficios. Según la página web Newtral las eléctrica incrementaron en España, en el año 2021, un 40% sus beneficios. Es decir, en un año en el que ya se había producido el alza de los precios para el consumidor, Endesa, Naturgy e Iberdrola obtuvieron unos 6500 millones de euros de beneficio neto.

Me cuesta aceptar que la electricidad sea tratada como un bien de mercado, rigiéndose por la oferta y la demanda y puesta al servicio del reparto de beneficios para los accionistas de las empresas eléctricas. Si lo que prima es la ganancia y satisfacer a los inversores, da igual el contexto económico en el que nos situemos, nunca dejaremos de ser tratados como consumidores; consumidores que no tenemos muchas más alternativa.

¿Es la solución una empresa nacional de energía dónde no se persigan beneficios? No lo sé. En este momento en que se habla tanto de transición energética, hay que explorar modelos en los que dejemos de ser consumidores individuales y tengamos una visión más comunitaria y, por qué no, activa en la producción de energía. Hace pocos días salía en las noticias la localidad de Crevillent que busca, mediante una cooperativa, producir su propia energía. Quizá sea un modelo del que podemos aprender y al partir del cual explorar otras posibilidades.

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