Modelos de relación entre ciencia y religión (I)

 

Por Javier Martínez Baigorri


En las últimas décadas han aparecido diversas obras y artículos de naturaleza teológica que intentan poner bajo la iluminación del conocimiento que la ciencia nos ofrece del mundo al pensamiento teológico[1]. ¿Qué validez tiene esta pretensión? ¿Tienen las ciencias naturales algo que decir al pensamiento religioso?

La teología cristiana nació y se desarrolló de la mano del conocimiento filosófico de su época y en ningún caso lo hizo desligado de la cosmovisión del mundo predominante en la época. Sin embargo, el nacimiento de la física moderna y la naciente ilustración parece que condenaba a la teología a ser sustituida por la ciencia y a Dios a ser desterrado de las conciencias humanas. El mundo mecánico que la física de Newton nos permitía conocer y la filosofía de Descartes fundamentar, nos llevó en un primer momento a pensar en un Dios que, si bien es origen del universo, queda convertido en una realidad externa y ajena al funcionamiento del mismo; y, en un segundo momento, este Dios se hizo tan ajeno que dejo de ser necesario. El primer paso recibe el nombre de deísmo, el segundo es el ateísmo. No es este el lugar de exponer el camino que llevo en primer lugar al deísmo como paso previo al ateísmo, pero recomiendo la lectura de maestros como Barbour (2004) que lo explica magníficamente.

Desde entonces, la ciencia ha evolucionado mucho y el mundo ya no es ese lugar mecánico que puede ser absolutamente descrito y predicho. La física del siglo XX y el desarrollo de las ciencias biológicas nos abren la puerta a un universo donde el azar y la probabilidad forman parte intrínseca del mismo. Puede que el lector esté pesando ¿pretendes decir que la ciencia actual devuelve a Dios el papel que perdió a lo largo de la ilustración? No, no es eso lo que pretendo decir; sin embargo, la ciencia no puede demostrar la existencia de Dios pero tampoco lo expulsa de nuestro pensamiento y nos abre la puerta a poder seguir pensando en Él.



El ya mencionado Barbour propone cuatro modelos de relación entre ciencia y religión. El primer modelo es el conflicto y la incompatibilidad entre ambas. Este modelo está todavía presente en ciertos círculos científicos –sobre todo entre una gran parte de los divulgadores científicos- y en círculos fundamentalistas religiosos. Obviamente, para muchos creyentes esta es una opción que no se mantiene porque se entiende que estamos ante tipo de conocimiento diferentes, con metodología y aspectos de estudio muy diferentes. De esta manera podemos entender muy bien el segundo modelo de relación: la independencia. Este modelo es del agrado de muchos teólogos, pastores y creyentes. Supera el enfrentamiento y no nos hace pensar mucho más. Por un lado está lo que la ciencia nos cuenta sobre su parcela del mundo y, por otro, está lo que conocemos de Dios gracias a la revelación y la fe, que no invade la parcela científica pero tampoco se deja invadir por esta. Este modelo de relación es cómodo, manejable, fácil de ser interiorizado en el día a día.

Durante muchos años he sido profesor de religión en secundaria y bachillerato y la mínima presencia que en la asignatura de religion tiene la relación entre fe y ciencia, se reduce a hablar de la independencia de ambos magisterios y. por supuesto, la necesidad que tiene el científico de ética y cómo la religión juega un papel muy importante en el desarrollo de esta ética. 

Sin embargo, con el tercer y cuarto modelo de relación de Barbour, se puede ir más allá y puede haber una interacción de tal manera que la visión del mundo que nos ofrece la ciencia pueda iluminar la reflexión teológica. Eso es lo que están haciendo un buen número de teólogos, muchos de ellos con la doble formación científica y teológica, que están convencidos de que profundizar en la comprensión del mundo nos permite reformular modelos teológicos que nos ayuden a profundizar en una nueva teología de la creación y en la comprensión de Dios y su acción creadora.




bibliografía citada:
Barbour, I., 2004. Religión y Ciencia. Madrid: Trotta

[1] Se puede concer el estado de la cuestiónconsultando mi artículo “La teología de la creación a la luz de la ciencia”.

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