Svante Pääbo recibe el Nobel de Medicina 2022 (I)

 

Por Leandro Sequeiros e Ignacio Núñez de Castro


[Ignacio Núñez de Castro y Leandro Sequeiros] En la revista FronterasCTR (13 junio 2018), con el título “Las nuevas fronteras de la paleogenómica: Svante Pääbo recibe el premio Princesa de Asturias 2018” publicamos un extenso artículo sobre el genetista sueco Svante Pääbo.

La prensa de 5 de octubre anunciaba que el comité de los Premios Nobel otorga el galardón en medicina al genetista sueco Svante Pääbo por sus descubrimientos sobre los genomas de los homínidos extintos y la evolución humana en los que trabajó con fósiles de Atapuerca / Recibió el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2018  a propuesta del rector de la Universidad de Burgos.

"Los descubrimientos referidos a los  genomas de homininos extintos y la evolución humana” realizados por el científico sueco Svante Pääbo le han valido la designación como Premio Nobel de Medicina, distinción que suma al Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica que recibió en 2018  a propuesta del rector de la Universidad de Burgos

Este profesor de Genética y Biología Evolutiva, que, desde hace tres lustros años colabora con el Laboratorio de Evolución Humana de la UBU y que es el fundador de la paleogenética, intervino en el logro científico de secuenciar el ADN mitocondrial más antiguo del mundo obtenido en la Sima de los Huesos de los yacimientos de Atapuerca.

 


Svante Pääbo, un científico singular

El trabajo de Pääbo y sus numerosos y brillantes colaboradores cambió algunas de las ideas sobre lo que se considera conocimiento común. Esto le ha merecido el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2018. De acuerdo con sus hipótesis, parece que los neandertales tuvieron descendencia con los humanos hace unos 55.000 años y parece probable que tuviesen capacidad de hablar e incluso se puede pensar que sus coitos eran prolongados, como los humanos, y no cortos, como los de los simios. La mayor parte de la información que contiene el genoma neandertal, no obstante, aún está por descubrir. De momento, la aventura para lograrlo nos ha dejado una gran historia. ¿Qué implicaciones tienen estas investigaciones para redefinir lo que es el ser humano? ¿Nos encontramos en una nueva frontera de la humanidad?

             

El proceso de hominización: Aproximación genómica  

            Pero en estos últimos años, la genómica, el estudio del material genético, ha aportado muchos datos al problema de nuestros orígenes y de nuestro futuro. Y aquí nos encontramos con Pääbo. Los primeros estudios de aplicación de la Bioquímica a la historia evolutiva se llevaron a cabo a principios de los años cincuenta del siglo pasado, comparando la secuencia de aminoácidos de proteínas pequeñas, como el citocromo C (104 aminoácidos) o las globinas[1]; los árboles filogenéticos obtenidos por el estudio  de las variaciones de los aminoácidos eran superponibles a los obtenidos por los registros fósiles. Las técnicas de secuenciación del DNA han permitido, de manera más fina, rápida y eficaz obtener las secuencias completas del DNA mitocondrial y de los genomas de una gran variedad de seres vivos. 

            El cromosoma mitocondrial humano está compuesto por una doble cadena circular de DNA que  contiene 16.569 pares de bases y posee una gran tasa de mutación; mutaciones que se transmiten a los descendientes exclusivamente por vía materna. En la fecundación las mitocondrias del espermatozoide se degradan en las primeras etapas del desarrollo embrionario. Como las mutaciones por substitución de un nucleótido son de origen materno, posibilita conocer individuos cercanamente emparentados por la vía materna y determinar cadenas de descendientes. Si suponemos que la tasa de las mutaciones es estadísticamente constante en el tiempo, es posible utilizar el llamado  reloj molecular. Analizando las secuencias del DNA mitocondrial de una parte estadísticamente significativa de todas las razas humanas  se ha podido demostrar que todas llegan a unirse en una  mujer, establecida en África hace unos 170.000 años, la llamada eva mitocondrial africana[2];  esta hipótesis  supone que todos los humanos descendemos  de la colonización de antepasados africanos pertenecientes a la segunda gran migración.     

 

El proceso de humanización: las preguntas de frontera

 Decíamos al comienzo que el proceso de humanización, enfocado fundamentalmente hacia la aparición de la conciencia, esta íntimamente entrelazado, con el proceso de hominización, entendiendo éste como la aparición del sistema nervioso central, punto de emergencia de la conciencia[3].

Llegados a este punto, para reflexionar sobre la humanización es necesaria la colaboración y el diálogo conjunto de arqueólogos, paleontólogos, biólogos moleculares, psicólogos, filósofos, antropólogos y teólogos. Y un lugar importante puede ocuparlo la genómica comparada ¿Es el Homo sapiens una especie biológica más?  Afirmativamente responderán algunos investigadores; otros, en cambio dirán: el hombre es una nueva especie de vida, una nueva fórmula de vida hasta él inédita[4].  

Entonces, ¿cuándo comienza lo propiamente humano? ¿Dónde está Adán? No podemos olvidar que estamos ante un proceso y todo proceso es el resultado de un conjunto secuencialmente estructurado de sucesivos estadios o fases en el que no existe solución de continuidad. Nos dirá Alfred N. Whitehead: si interpretamos la realidad como proceso, las actualidades del presente  están derivándose de sus características precedentes y confiriendo sus características al futuro, “la inmediatez es la realización de las potencialidades del pasado y es el almacén de las potencialidades del futuro”[5].  La  respuesta, afirma Emiliano Aguirre, se nos escapa y baila como una gota de azogue en un amplio periodo de tiempo de tal manera que “La cronología de este instante con relación a la cronología morfológica  -e incluso arqueológica- es difícil, por no decir imposible de establecer” [6].

Para aproximarnos, pues, al momento imperceptible, y subrayamos lo de imperceptible, de humanización hemos de conjugar  la morfología, la genómica, la arqueología que nos muestra las huellas culturales, las manifestaciones de la conducta, la filosofía y la teología, relacionando las  características consideradas humanas, las que conforman la humanitas, con una forma humana fósil. Entre estas  características humanas están: la inteligencia, la comprensión, el conocimiento, la autoconciencia del yo, el lenguaje simbólico, la capacidad emocional y estética, la sociabilidad, la cultura considerada como el marco referencial de valores y símbolos en los que se representan esos valores, las representaciones  artísticas, los valores morales  que definen una  ética,   y la religión. La profundización en el proceso de humanización cae fuera de los límites de esta reflexión sobre la hominización a partir de la genómica comparada.



[1] Frederick Sanger (1918-2013), dos veces Premio Nobel de Química (1956 y 1980), por sus trabajos en la estructura de proteínas especialmente de la insulina y por su contribución a la determinación de la secuencias de bases de los ácidos nucleicos. A. D. Smith, Oxford Dictionary of Biochemistry and Moleular Biology, Oxford University Press, 1997. 

[2][2] Roger Lewin, “Mitochondrial Eve. The Biochemical route to human origins”, MOSAIC, Vol. 22, 3, 1001, pp. 46-55.

[3] Ignacio Núñez de Castro S.J., “Emergencia, Vida y Autotranscendencia activa: reflexionando sobre la realidad evolutiva” en Pensar después de Darwin. Ciencia, filosofía y teología en diálogo.  Sal Terrae, Universidad Comillas, Santander, 2014, pp. 169-212.

[4] Juan Comas, “El hombre como especie politípica y polimórfica” en la Evolución, Op. cit.

[5] Alfred N. Whitehaed, Modos de pensamiento, Taller de ediciones Josefina Betancor, Madrid, 1973, p. 115

[6] Emiliano A. Aguirre, Las primeras huellas de lo humano en La Evolución, Op. cit. pp. 616-675.

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