La polarización política

 Por Javier Martínez Baigorri

Leyendo unas páginas de Enrique Dussel, me ha venido a la cabeza la preocupante polarización política que llevamos experimentando en España (y creo que en occidente, en general) en los últimos años. Voy a destacar dos párrafos para poder pensar sobre ellos. El primer texto habla sobre los principios de la política, aquellos que constituyen la condición de posibilidad para el ejercicio de la acción política, y su corrupción:

"La corrupción originaria consiste en pretender ejercer el poder del otro (del otro ciudadano, o de la comunidad o de parte de ella) como poder propio: es el fetichismo del poder. El primer momento de su desarrollo consiste en torcer ese poder pretendidamente propio a favor de sí mismo: es el primer uso fetichista del poder. Toda otra corrupción es un nuevo desarrollo de esta corrupción".*

Sin duda, el fetichismo del poder es una realidad presente y patente en el ejercicio de la política -o más bien de la no política- que está en la base de la degradación de nuestras democracias: la pretensión de ejercer el poder del otro como poder propio. Para ello se produce una apropiación del nombre colectivo de tal modo que los intereses propios se escudan en "la gente", "el interés general", "los ciudadanos", "el pueblo", etc. No pretendo señalar a un partido concreto mediante un término concreto, se trata de un hecho generalizado que adquiere diferentes formas según quién lo nombre. Y que tiene diferentes intereses detrás porque ese "interés propio", puede ser el interés de una casta o de un colectivo económicamente privilegiado, puede ser el interés de "los nuestros. 





No sé si la imagen de un político que ha participado en la toma de decisiones provechosas para una empresa energética y a cuyo consejo de administración se suma al terminar su carrera política, no nos hace sospechar que algo de esto hay. ¿Qué intereses han primado en la toma de decisiones de ese político? ¿Ha ejercido el poder de otros como poder propio? Quizá el ejemplo sea algo simple o muy manido, pero no deja de ser un hecho normalizado e inquietante.

El hecho de corromper los principios de la política, termina socavando la democracia y nos pone en un ejercicio contra el otro, convertido en enemigo político. Cuando el discurso y la práctica política entra en esta dinámica, se produce una fuerte polarización. Me parece muy relevante lo que expone Dussel al respecto de convertir al otro en enemigo político:

"Pero si en el campo político alguien matara a su antagonista político porque lo considera un enemigo "total" (enemigo militar), entonces el campo político dejaría de ser político; se transformaría en un campo anti político o perversamente político: su acción sería algo distinto que propiamente una acción política". **

Aunque no estamos en una situación tan drástica, más bien propia de un régimen totalitario, sí que la polarización apunta en esa línea: "matar", es decir, anular la legitimidad política del contrincante que se convierte en un enemigo antes que un adversario. Ese juego dialéctico, se traslada a la ciudadanía dando lugar al fenómeno de la polarización. Fenómeno que, como se puede ver en el texto de Dussel, conduce a la antipolítica y corre el peligro de llegar a imposibilitar toda acción política. Llegando en un extremo a posibilitar el totalitarismo político. La fuerte polarización que sufrimos desde hace unos años tiene que preocuparnos en este respecto. Basta con ver la reacción de los seguidores de Trump o de Bolsonaro, el auge de partidos de corte fascista y ultra derechista en Europa, los nacionalismos excluyentes, etc.

Frente a esta mala praxis, nos recuerda el Papa Francisco que es posible y necesaria una buena política, aquella que:

"Busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes".***

Aparece aquí una llamada a recuperar lo común y a construir una sociedad en común, donde la política esté puesta al servicio de la comunidad, donde los diferentes se encuentren en un diálogo que permite anteponer el bien del otro al interés personal propio. Se abre un tema sobre el que volveremos a pensar en otro momento: lo común.


*Filosofía de la liberación. Una antología. página 339.

** Filosofía de la liberación. Una antología. página 344.

*** Fratelli Tutti. No recuerdo el número concreto.

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