¿Vivimos en el mejor de los mundos posibles? (I)
Por Leandro Sequeiros
La pandemia provocada por el COVID-19,
el Cambio Climático, la violencia, las catástrofes naturales son algunos de los
nuevos elementos que crean malestar en la sociedad. Y mucha gente percibe que
este mundo va cada vez peor y, para algunos, el fin de los tiempos está cerca. La
frase "el mejor de todos los mundos posibles" (en francés, le
meilleur des mondes possibles; en alemán, Die
beste aller möglichen Welten) fue acuñada por el filósofo alemán Gottfried
Leibniz en su obra Essais de
Théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal (Ensayos
de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y la Origen del mal )
de 1710.
La afirmación de que el mundo real es el
mejor de todos los mundos posibles es el argumento central en
la Teodicea de
Leibniz, o su intento de resolver el problema del
mal. Voltaire se lanzó contra ella y la matizó en Candide,
novela en la que le hace decir al personaje Pangloss que «todo va de la mejor
manera, en el mejor de los mundos posibles».
En
el imaginario colectivo de nuestra sociedad anida la imagen de que vivimos en
un Universo que se asemeja mucho a una máquina perfectamente engrasada que
funciona a la perfección. Nos es muy difícil imaginar un Universo imperfecto,
enigmático, con un 80% de materia oscura, casi chapucero.
Pero nos parece que el que el llamado
orden cósmico regido por perfectas ecuaciones matemáticas apenas deja
resquicios al desorden, al error, al
fallo mecánico. Nos parece que vivimos en un Universo perfecto en el que un
creador muestra su sabiduría de matemático omnisapiente.
Pero esa imagen no es real. En nuestro
Universo, aparentemente perfecto, existen fallos matemáticos, físicos y geométricos y, episódicamente le
afectan las que podíamos llamar catástrofes de potencia inimaginable.
A nivel más cercano: el planeta Tierra es frágil, vulnerable y voluble,
inestable e imprevisible desde hace 4.500 millones de años.
Un
diseño imperfecto
En un artículo publicado en el año 2007
en la revista “Interciencia”, Argumentos y
datos científicos interdisciplinares sobre las imperfecciones del diseño
evolutivo, sus autores, los profesores Eustoquio Molina y Manuel
Tamayo, aportan argumentos que contradicen la “perfección” de la naturaleza.
Con datos concretos, ponen de manifiesto
distintas imperfecciones del diseño del universo y de la Tierra, la inexactitud
de la cronología geológica en la aparición de la vida en millones de años, la
inexistencia de formas y especies fósiles intermedias y ejemplos de filogenias
muy significativas. Igualmente, numerosos ejemplos del diseño evolutivo de los
seres vivos, muestran que el diseño de los organismos dista mucho de ser
óptimo, como el que se conseguiría si lo realizara un diseñador inteligente de
forma instantánea, con piezas nuevas y con todos los materiales a su
disposición; pero es suficientemente bueno como para adaptar al organismo a las
nuevas necesidades ambientales. La selección natural es ciega, no finalista e
imprevisora, aprovecha los limitados órganos de los antecesores y la ventaja
inmediata; de manera que los modelos inicialmente simples se van refinando a
través del tiempo y a veces se diversifican hacia usos imprevistos.
Estos datos
de tipo interdisciplinar, principalmente geológicos y biológicos, contradicen
los argumentos de la estrategia lo que en algunos ambientes –
incluso universitarios – se denomina el “diseño inteligente”, tales como su
conjetura de la complejidad irreductible.
Al final del recorrido, tanto el
profesor Molina como el profesor Tamayo afirman que “aceptar con entereza la
vulnerabilidad y vivir conscientes de la fragilidad del universo es una actitud
madura que muestra nuestra grandeza como seres humanos”.
El
argumento del “diseño inteligente”
El argumento del llamado “diseño
inteligente” es muy débil porque puede formularse al contrario de
como lo hacen sus seguidores. En este sentido, se ponen de manifiesto distintas
imperfecciones del diseño del universo y de la Tierra, la cronología geológica
de la aparición de la vida en millones de años, la existencia de formas y
especies fósiles intermedias y ejemplos de filogenias muy significativas.
Igualmente, numerosos ejemplos del
diseño evolutivo de los seres vivos, muestran que el diseño de los organismos
dista mucho de ser óptimo, como el que se conseguiría si lo realizara un
diseñador inteligente de forma instantánea, con piezas nuevas y con todos los
materiales a su disposición; pero es suficientemente bueno como para adaptar al
organismo a las nuevas necesidades ambientales.
La selección natural es ciega, no
finalista e imprevisora, aprovecha los limitados órganos de los antecesores y
la ventaja inmediata; de manera que los modelos inicialmente simples se van
refinando a través del tiempo y a veces se diversifican hacia usos imprevistos.
Estos datos de tipo interdisciplinar,
principalmente geológicos y biológicos, contradicen los argumentos de la
estrategia del diseño inteligente, tales como su conjetura de la complejidad
irreductible.
Los
fósiles y la evolución biológica
Los fósiles muestran la historia y el
curso evolutivo de los organismos a lo largo de los tiempos geológicos y los
organismos actuales permiten descubrir detalles del mecanismo evolutivo que no
se conocían en tiempos de Charles Darwin.
No
obstante, aún se discuten algunos detalles y los antievolucionistas aprovechan
las discusiones de los científicos para sacarlas de contexto como si apoyaran
sus ideas. Sin embargo, la evolución biológica es un hecho que no cambiará
porque se modifique algún aspecto del mecanismo y existe un amplio consenso
entre los científicos, de tal forma que es una teoría tan sólida como que la
Tierra es casi esférica y gira alrededor del Sol. Sin embargo, a pesar de que
actualmente la evolución es aceptada por la Iglesia Católica, es atacada por
los proponentes del diseño inteligente con argumentos pretendidamente
científicos.
El argumento del diseño inteligente es
muy débil ya que puede formularse al contrario de como lo hacen sus seguidores,
es decir que hay mucha imperfección en el mundo y fallos en diseño de organismos
y del hombre. Sin embargo, el argumento es utilizado como estrategia para
infiltrar la religión en las escuelas de EEUU y algunos políticos
ultraconservadores lo están fomentando. Por ejemplo, las declaraciones de apoyo
de los presidentes Ronald Reagan y George Bush.
El diseño inteligente es una nueva
estrategia de la pseudociencia creacionista, es religión disfrazada de ciencia
y es el "caballo de Troya" de la ultraderecha religiosa. Esto se ha
puesto de manifiesto en un reciente juicio, Kitzmiller vs. Dover, cuya
sentencia ha dictaminado que es creacionismo disfrazado con un camuflaje
pseudocientífico. Pero los charlatanes y las pseudociencias son intolerables en
los medios académicos.
El presente ensayo pretende analizar los
débiles argumentos de los proponentes del diseño inteligente, poner de
manifiesto las imperfecciones del diseño del mundo y, especialmente, mostrar
que el diseño de los organismos dista mucho de ser óptimo y que es el resultado
del mecanismo evolutivo.
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